
Me han preguntado por qué escribo. Para mí, hacerlo es una terapia. No es porque no sepa expresarme —créame, eso de hablar se me da bastante bien—, sino porque escribir es como pintar la realidad con otros colores. Es como inventar una historia que, a veces, puede ser incluso mejor que la vida misma.
Si quiere buscar culpables, culpe a mis hermanas mayores. Ellas creen firmemente que escribo bien y ahí ando haciendo como que sí, porque lo dicen con tanto cariño, que hasta yo les creo.
Además siempre he pensado que tengo algo que contar. Y créame, si le contara todo lo que he visto y vivido, no terminaríamos hoy. Aunque el drama ya no esté de moda, tengo historias de chile, de mole y de manteca, de esas que pintan la vida tal como es.
Le cuento que hace muchos años, en un periódico de donde vivía, hacían un concurso de escritos a la madre y los ganadores se llevaban un viaje todo pagado, yo obtuve 2 viajes gracias a ellos. Ya ve que si deja escribir.
Además hoy me está leyendo, que bendición la mía, que pueda llegar a personas tan increíbles como usted. (Gracias por no dejarme sola)
Para mí, escribir es como para usted su deporte favorito o ese pasatiempo que disfruta sin sentirlo como obligación. Es mi manera de ser yo, entre líneas.
Estoy convencida de que todos tenemos un escritor dentro. Uno que puede ayudarnos a crear historias que inspiren, que acompañen en momentos difíciles o, simplemente, que diviertan un rato.
Ese es el fin de mis escritos: ayudar, aunque sea recordándole a alguien que siempre puede haber quien esté peor (jajaja). Es que uno da consejos y los escribe, no porque sepa de todo, es porque uno ya se amensó. Sí se puede escarmentar en cabeza ajena, de verdad si se puede.
Escribir no es solo novelas o grandes textos literarios. También es una forma de recordar lo que nunca deberíamos olvidar. Por eso hoy quiero invitarle a un sencillo ejercicio, que sé puede ser una gran terapia:
Diario de agradecimientos ✨
No se trata de abrir un blog —aunque, si un día quiere hacerlo, avíseme y yo le ayudo—. Esto es algo más personal: escribir para no olvidar.
Hágase un favor y consiga una libreta o cuaderno 📓. No importa si es nuevo, usado, bonito o sencillo. Lo importante es que siempre lo tenga a la mano, en su buró o junto a su cama. Decorelo o personalícelo, eso le ayudará a que lo sienta más cercano.
Cada noche o cada mañana escriba algo por lo que se sienta agradecida o agradecido o algo que le haya hecho feliz. Quizá piense: “¿todos los días?, nadie es tan feliz como para agradecer diario”. Pero le aseguro que sí se puede. Empiece por lo básico: agradecer la vida, el simple hecho de respirar, la familia, el amor, el trabajo… Lo que sea, aunque parezca pequeño o insignificante, escríbalo.
Eso sí: hágalo siempre a mano. La conexión entre cabeza, corazón y mano es poderosa y muy reveladora.
Con el tiempo, este ejercicio le permitirá ver las cosas de una manera distinta. Le ayudará a descubrir lo bendecido o bendecida que es. Esta comprobado, que la gratitud reordena el cerebro y le cambia el foco, dejaremos de ver sólo lo malo.
Al final, escribir es eso: un recordatorio de que siempre hay algo bueno en medio de todo. Regálese ese espacio y, cuando lo necesite, vuelva a leer sus palabras. Verá que la felicidad ya estaba ahí, esperando en una hoja en blanco.
Además, nunca sabe… quizá se de cuenta que escribir también es lo suyo o un día descubra que, sin proponérselo, ha escrito la mejor historia: la de su propia vida.
Y si alguna vez quiere contar su historia, pero siente que no puede escribirla, cuéntemela. Prometo darle forma bonita y compartirla aquí, porque toda historia merece ser contada.
Gracias por leerme y por ser parte de esta aventura. Si puede apoyarme, suscríbase al blog, sólo ocupa correo, no pondré mucho gorro, lo prometo. Siganme en redes sociales, para que estén enterados de todo, sólo denle click:
Nos vemos en la próxima, ah y no lo olvide…Sea feliz, se lo merece. 🌷 Y agradezca a la vida por ello.
Un abrazo con mucho cariño…
María 🍀💕📚✨
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