Seguí caminando. Y eso también fue valentía.


Wow, está por terminar el 2025.
Ha sido, sin duda, uno de los años más retadores de mi vida. El de grandes cambios, pero también el que trajo más aprendizaje del que jamás imaginé.

Aunque aún no sé si fue Urano pasando por mi signo, la energía negativa, el año 9 o la cadena que no envié en 1998. Quién sabe qué lo complicó.  Lo que sí sé es que comprendí algo fundamental:


No somos lo que nos pasa…

somos lo que hacemos con lo que nos pasa.


Alguien me dijo alguna vez que una cosa es que existan situaciones que se repitan en nuestra vida y otra muy diferente es anclarnos a ellas.


Dicho de otra forma, creer que nuestra vida es así.
“No tengo suerte en el amor”,
“siempre pierdo”,
“nunca me sale a la primera”.


O creer que nuestra historia ya está escrita y que lo que nos sucede es un mandato sin apelación, sería como vivir sin sentido. Sería simplemente estar. ¿Y así que chiste?.

Aunque sí creo que existe una línea en nuestra vida llamada «destino», al final nosotros tomamos nuestras decisiones, y son ellas las que escriben el final de nuestra historia.


El actor o la actriz principal somos nosotros.


Por eso, cuando algo no nos gusta —cómo me tratan, mi trabajo, mi cuerpo, mi vida— si ponemos atención, descubrimos que hay un común denominador:


Yo.

Y para cambiar, hay que empezar justo ahí.
Si creo que hay injusticia afuera, es cierto, pero también hay gente justa. Donde pones tu foco, construyes tu realidad. No se trata de no ver lo malo, sino de no enfocarlo todo en esa dirección.


El día tiene la magia de la luz y la noche el enigma de la oscuridad. Al final, todo tiene su lado bueno… y el que parece que no, quizá no lo es tanto.


Nos enseñaron a no mostrar lo malo, a no decirlo, a no exhibir la herida. Por el miedo a que nos hagan daño o al «que dirán». Y sí, sé que hay personas que dañan y sacan provecho cuando te ven vulnerable. Pero también hay gente buena, y eso es lo que realmente importa. Son seres que te ayudan a avanzar.

Cuando sacas a tus monstruos (miedos) a la luz, cuando los trabajas, los entiendes y los nombras, se hacen pequeños. Dejan de asustar.
Para que algo deje de doler, hay que sentirlo. Y hay que decirlo.


La paz es posible, pero no es ausencia de problemas. Es un trabajo de adentro hacia afuera; es saber que estás en el lugar correcto, darte permiso de soltar y la libertad de ser tú.


Durante este año, que fue realmente complicado, creí que estaba atrapada en un inmenso hoyo negro sin fin. Hoy descubrí que no.
Que es un túnel… Solo un túnel. Y va a terminar pronto.


Mientras lo pasamos, aunque a veces sea un poco largo, no nos queda más que dejarnos ir, soltarse.

Porque en ocasiones ni siquiera hay aprendizaje inmediato, ni frases que soporten lo que duele. A veces lo único posible es sostenerse, seguir respirando y no endurecer el corazón. También eso es avanzar.

No todo se transforma rápido, no todo se entiende a la primera, pero incluso en la confusión hay movimiento. Y mientras sigas caminando —aunque sea lento, aunque sea sin claridad— ya estás eligiendo no quedarte donde el dolor quiso detenerte.


Porque al final, lo que importa no es lo que ocurre, sino lo que hacemos con ello.


La psicología cognitiva lo explica así:
no sufrimos por los hechos en sí, sino por la interpretación que hacemos de ellos.


Dos personas pueden vivir la misma experiencia y salir con significados completamente distintos.


Hay un caso muy claro: dos hermanos, uno alcohólico y el otro no. Cuando les preguntaron el motivo, ambos respondieron lo mismo:
“Porque mi papá fue alcohólico”.


La misma casa, la misma familia, el mismo padre. Resultados completamente distintos.
Porque la experiencia no define: define quién la vive y qué hace con ella.


Todos podemos —y debemos— ser escritores de nuestra propia historia. Date la oportunidad de escribir una que siempre quieras volver a leer.


No temas a los momentos difíciles ni a las heridas. Romperse también es una posibilidad inmensa y poderosa de levantarnos y crear algo mejor.


Existen estudios – y también la vida – que demuestran que, después de momentos complicados, podemos desarrollar mayor fortaleza emocional, claridad de valores, vínculos más auténticos, una relación más profunda con nosotros mismos y resiliencia.


Pero… ¿Qué es ser resiliente realmente?


No es aguantarlo todo. Es reconstruirse con sentido.


Es atravesar las experiencias difíciles sin permitir que definan quién eres. Es sentir el dolor, comprenderlo y transformarlo en aprendizaje.


No siempre se nota en los grandes actos. A veces vive en lo pequeño: en levantarte sin ganas, en responder distinto, en elegir el silencio donde antes gritabas o en irte de lugares que ya no te sostienen.

No es épica ni ruidosa; es silenciosa, constante y profundamente personal. Y muchas veces, cuando por fin te das cuenta de que eres resiliente, ya llevas tiempo siéndolo.


Si algo dejó este 2025 es claridad:
Que aún cuando no todo se entiende, ni todo se sana de inmediato, todo puede transformarse si no renuncias a ti. Que no eres débil y que hiciste lo mejor que pudiste con lo que sabías y con lo que tenías.

Así que, recuérdalo siempre:

No somos lo que nos pasa. Somos la conciencia que despierta después, la decisión de no quedarnos a vivir en el dolor, la valentía silenciosa de seguir siendo quienes somos aun cuando la vida nos haya cambiado.


Y si hoy sigues aquí, leyendo, respirando, cuestionando y sintiendo, entonces no estás roto o rota.


Estamos Vivos.


Y eso —aunque a veces no lo parezca— siempre es el inicio de algo mejor.


Que el 2026 sea un increíble año y conceda todo eso que tu corazón anhela. Y no lo olvides: si quieres flores para el próximo año, comienza a plantarlas hoy.  Somos lo que hacemos.

Un abrazo grande, gracias por haber estado conmigo este 2025, en el inicio de lo que parecía una locura y hoy me hace inmensamente feliz.

Muchas bendiciones y gracias por todo y por tanto 🙏🏼

Con cariño…

María 📚🍀✨🕯️ ❤️

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Una respuesta a “No somos lo que nos pasa…”

  1. Avatar de radiantc1da497ac9
    radiantc1da497ac9

    abrazos y bendiciones de regreso.

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