Porque a veces, para encontrarnos, primero hay que desarmarnos.

Mi escrito de hoy, será en realidad una confesión, con el enorme deseo que les dé -como a mí- la oportunidad de reconocerse en algo que quizá ustedes también han hecho… o siguen haciendo.

Antes de eso, les platicaré sobre algo que he reaprendido en los últimos meses:

Los humanos estamos hechos de fragmentos y roles. Pero aún así en ocasiones nos aferramos a uno, el que creemos que se nos da mejor, ese que nos aporta “seguridad”, «identidad» o “pertenencia”, el que nos hace sentir que importamos y somos buenos.


Déjenme explicarles mejor de que trata todo ésto.

Estamos en constante búsqueda de nuestra personalidad, algo que nos defina y  nos haga sentir, «de aquí soy». Así que hacemos o fabricamos aquello que nos haga confirmar que somos buenos, que podemos ser exitosos, eso que nos distinga: ya sea una profesión, el arte, un rol en la familia, un don, etc. Normalmente cuando lo encontramos, además de darnos identidad nos hace sentir felices (a veces) y solemos aferramos a ello. Esto no es bueno ni malo, es natural. Como dirían los expertos: es supervivencia pura, ocupamos pertenecer, tener una función y ser parte de un grupo.

El problema aparece cuando ese único fragmento se vuelve toda nuestra definición. Cuando dejamos que un solo rol —el profesional, el de madre, cuidadora, proveedor— sea la medida de nuestro valor.

Y aquí va mi confesión:
Nada me había hecho sentir tan invisible, tan poco merecedora y tan inútil como perder mi rol profesional.

(Sin duda, nadie puede hacerte tanto daño como tu propia mente).

En los últimos meses fui parte del boicot más terrible de mi vida y ¿saben qué?…  Me lo fabriqué solita.

No necesito ayuda para sabotearme —y si no, que les platiquen las escaleras de mi casa, las pastillas de mi madre que confundí y me tomé, o la araña que decidió darse un festín con mi pierna. No se asusten, mejor ríanse conmigo de tanta barbaridad.

Pero mi peor aventura no fue ninguna de esas: fue creer que no valía nada por no hacer lo que siempre había hecho y según yo me salía bien… trabajar como loca.

Esta pérdida de identidad me metió en un conflicto interno, que no sé en qué momento me sumergió en una caída libre a un hoyo negro. Y aparte en mi desesperación por detener la caída, trataba de sujetarme de cualquier cosa o persona pero no funcionaba. Me agarré de lo que pude o de quien pude y me aferré tanto a no caer, que terminé más lastimada que si únicamente me hubiera permitido hacerlo.

Hasta que recordé una frase que decía una tía de mi mamá, una maestra muy simpática:

“Hay caídas que sabes que serán tan fuertes, que lo mejor que puedes hacer es dejarte caer. Soltar.

Porque en el intento de evitar la caída, terminarás dañándote más.”

Algo que sí quiero que quede claro es que todo esto no tenía ni tiene nada que ver con las personas o cosas de las cuales me aferré, tenía que ver conmigo, con no querer ver la lección que la vida me estaba presentando, y con aferrarme a situaciones que no eran las correctas y que no me ayudarían a salir.

A veces sólo necesitamos dejar que las cosas sucedan, tocar fondo y de ahí abajo ahora sí comenzar a subir.

Tampoco es tan obvio como parece la solución cuando estás en medio de la tormenta, ahí en medio, con el desánimo , el miedo y el no saber qué hacer, a veces se nos olvida que sabemos nadar.

El hecho mismo y todo lo que se le va sumando, como situaciones de salud, económicas, conflictos familiares y mil cosas más, hacen que todo eso se vuelva una bomba a punto de explotar. Así que si parecía que sería fácil salir de esa pérdida, les aseguro que no lo es y los entiendo si ustedes se encuentran en ese punto y creen que no hay salida. Yo aún la estoy buscando. Pero si la hay, se los prometo.

Sin duda somos como una frase que me gusta mucho y que la decíamos entre un grupo de amigos que tuve hace muchos años: «somos víctimas de nuestras circunstancias» y la circunstancia era cada uno de nosotros, dependiendo de la locura que habíamos hecho o de lo que alguno de nosotros había iniciado y todos lo seguíamos.

Así que sí, somos víctimas de nuestras circunstancias, o sea de nosotros mismos. Somos víctimas de nuestras acciones conscientes o inconscientes y el resultado de ellas. (El golpe de las escaleras debió haberme hecho algún daño 🫣).

Pero sigamos con mi confesión: durante esos meses me fui apagando. Me sentía sin valor, me preguntaba cómo era posible no poder salir de eso y súmenle todo lo que escuchaba afuera: si eres muy buena, cómo puede pasarte, seguro te hicieron algo, pues acepta cualquier cosa, tu ego te va a matar, te tardaste mucho en hacer un cambio, te hace falta humildad, te creía más inteligente.  Todas esas voces no tenían mala intención, al contrario, pero terminaban hundiéndome más. Y la peor de todas, el silencio, esas personas que  desaparecieron o (parecía) no les importaba cómo estaba y como mi vida se estaba complicando cada día más. Ese silencio que me hacía confirmar lo que tanto dolía, era invisible y no valía. (Insisto, esto jamás fue y nunca lo será, responsabilidad de nadie más que de mí)


Todo esto me llevó a otro de los grandes aprendizajes que surgió de la típica pregunta:
¿Por qué a mí?

Ya tengo la respuesta, por lo menos para mí:
¿Y por qué no?
¿Quién soy yo para creer que no me puede pasar nada malo? En ocasiones las cosas difíciles también le ocurren a la gente buena.

Nota mental: las cosas malas no dejarán de pasar, pero sí podemos elegir cómo enfrentarlas. La mitad del problema, casi siempre, está en nuestra cabeza.

Obviamente esa sensación de no valer me llevó a esconderme, a no pedir ayuda, a alargar una agonía que quizá era necesaria… pero no tenía por qué ser tan larga. Porque si alguien es buena para desaparecer y no pedir ayuda es aquí su segura servilleta. Soy experta en eso.

¿Por qué? No lo sé muy bien, quizá por el miedo a que no me la dieran o al rechazo. A creer que es debilidad pedirla o vaya usted a saber qué otra locura alberga mi cabeza.

Sin duda, bien dice mi mamá: “a ti el drama se te da.”

Y sí, si se me da. Pero también se me da aprender, lo prometo.

Otro de los grandes aprendizajes ha sido: dejar de creer que no era para tanto. Sí es para tanto, te lo aseguro, si te duele o te molesta sí es para tanto. Una gota si derrama un vaso y es porque el vaso estaba lleno. Déjenme se los explico de otra forma.

Alguna vez se han visto a sí mismos, haciendo un drama por algo que parecía que no era para tanto o explotando por algo tan simple como una palabra, que alguien te toque o ver algo. Bueno, no estás explotando por esa palabra o situación, estás explotando por todo lo que traías guardado en tu interior, por esa herida que aún no sanaba o por ese recuerdo que te hacía daño. Y como te darás cuenta, si es para tanto.

Somos globos en un mundo lleno de alfileres, así que o liberamos la tensión y la entendemos o iremos explotando por la vida como fuegos artificiales de fiesta patronal.

Así que si, sí no nos hacemos conscientes de todo lo que es necesario reparar, siempre acumularemos las cosas hasta explotar o caer en un abismo negro que parece no tener fin.

Gracias


Hoy gracias a todo lo que he pasado puedo entender varias cosas:

❥ Que somos valiosos solo por existir. No necesito ser la profesionista exitosa, la que siempre ayuda, la que resuelve todo. Soy valiosa sólo por existir, igualito que todos ustedes.

❥ Que necesitamos de otros para estar completos, pero hay que saber elegir a los correctos. Cómo dice una frase de un libro que les recomiendo «Cuando no queden más estrellas que contar» de María Martínez.

«Todo el mundo se merece un lugar en el que encajar…  Personas en las que confiar, a quienes contarles nuestros miedos y esperanzas. Todos nos merecemos alguien que nos mire a los ojos y nos diga que somos buenos. Que importamos.»


❥ Que todos estamos hechos de muchos pedacitos, habrá quien además de ser un excelente trabajador, también es un buen amigo o quien además sea una gran pareja, una hija amorosa, puede ser alguien que sabe escuchar, acompañar, o simplemente alguien que disfruta hacer manualidades, escribir o jugar dominó. Somos un conjunto de muchas partes hermosas.

Y lo más importante…

No somos seres incompletos, somos seres en constante evolución. Podremos perder en el transcurso una o varias de nuestras partes, quizá hasta trágicamente, como la muerte de un familiar, un divorcio, el desempleo, una enfermedad. Pero eso no nos define, ni define nuestra vida, es solamente un capítulo de la increíble historia que somos.


🌼 Así que si hoy sientes que no vales o no mereces, recuerda esto:

1. No todo lo que piensas de ti es verdad.
Muchas de esas ideas vienen de voces ajenas que un día hiciste tuyas.

2. Deja de buscar validación y empieza a reconocerte.
Haz una pausa cada día para notar algo que te gusta de ti, aunque parezca mínimo. Mírate al espejo y hazte cariños, no es ego, es reconocimiento.

3. Recibir también es amor propio.
No minimices los halagos ni el cariño. Aprende a decir simplemente “gracias”. Y como se dice en mi casa «gracias y en mi casa todos»

4. Tu valor no se mide por tu productividad.
Incluso en pausa, sigues siendo suficiente.

5. Rodéate de personas que te vean de verdad.
Donde no tengas que explicar constantemente quién eres.

6. Háblate bonito.
Trátate como tratarías a alguien que amas: con ternura, con paciencia, con respeto.

7. Pide y acepta ayuda.
No te hace valer menos; nunca sabes cuánto puede cambiar tu vida si te lo permites.

En todo este proceso he aprendido y sigo aprendiendo, que no he perdido nada, que en realidad gané.

  • Gané saber que valgo solo por existir.
  • Gané a las personas correctas, aunque sean pocas.
  • Gané la libertad de no tener que demostrar nada.
  • Gané entender que soy real, imperfecta y que la perfección no es una opción. Ser mejor sí.


Y como ya lo había dicho antes: he sido muchas versiones de mí misma y hoy elijo ser la más honesta conmigo misma.

Así que reconfirmo que soy (y somos) mucho más que un solo fragmento, soy un increíble conjunto de calamidades, aciertos, errores, bondad y un ligero toque de maldad 🤭.

Que lo único que ocupamos es recordar que existen los otros fragmentos y desfragmentarnos, es decir encontrar todos los pedacitos rotos y volver a unirnos.

Como dijo Carl Sagan… Somos tan increíbles y completos como el universo.

Somos polvo de estrellas

Ah y …

Quizá no siempre me sienta completa, pero ahora sé que incluso en pedazos sigo siendo suficiente.


Gracias como siempre por ser parte de esto, por comentar, darle me gusta, suscribirse, echarme porras, por darme la confianza de seguir haciéndolo.

Gracias sin duda, por todo y por tanto

Y ojalá siempre, siempre se sientan completos y se permitan sentir que pertenecen.

Un abrazo con mucho cariño.

María 📚🍀✨🦋

Sígueme también en redes sociales 🙏🏾

Posted in

6 respuestas a “Somos polvo de estrellas ✨…”

  1. Avatar de eclecticunabashedly195d6a692a
    eclecticunabashedly195d6a692a

    Una confesión del alma, recuento de los pasos de los últimos meses, una exploración muy interesante, felicidades. Me quedo con…»somos globos en un mundo de alfileres»

    Le gusta a 1 persona

    1. Avatar de María Q.✨️

      Gracias 😊 por leerme, por las porras siempre. Por todo y por tanto ❤️🌷

      Me gusta

  2. Avatar de Teresa Ortiz Tenorio
    Teresa Ortiz Tenorio

    Escribes muy bonito, andas bien inspirada😘

    Le gusta a 1 persona

    1. Avatar de María Q.✨️

      🫣 muchas gracias Tere linda y si, me ha servido mucho todo lo vivido. Un abrazo grandote y gracias por leerme 📚❤️✨

      Me gusta

  3. Avatar de Esmeraldas
    Esmeraldas

    hola simplemente me encantó un abrazo te admiro

    Le gusta a 1 persona

    1. Avatar de María Q.✨️

      Esme, mil gracias 😊. Gracias por tus palabras y la admiración es mutua.
      Gracias por leerme. Un abrazo fuerte ✨📚❤️

      Me gusta

Deja un comentario