
“Las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el alma.”
— Julio Cortázar
Siempre he sido amante de las palabras; lo aprendí desde niña. Si en algún lugar se hablaba mucho, era en mi casa 🫢. Desde el primero hasta la más chica, lo nuestro —lo nuestro— eran las palabras. Esa famosa frase de «me quedé sin palabras» no era precisamente nuestra cualidad.
Fellus, mi papá, era un hombre que llevaba las palabras a otro nivel. Sus dichos eran sabiduría pura, y quienes lo recuerdan a la fecha, es precisamente por eso.
Tenía un listado muy grande de dichos que son un tesoro. El más conocido quizá era «me caigo al mar»; era su expresión favorita para decir me lleva la… 😁.
Hay una en especial que me encanta: cuando había que repartir algo, decía «a modo de que nos veamos». Pero si quería mucho de lo que estaban dando, te decía «como si ya no nos volviéramos a ver», y eso significaba que había que ser muy generosos con la porción.
Yo llevé el tema de las palabras (y lo de hablar mucho) a otro nivel. Estudié comunicación; nunca la ejercí tan literal, pero lo mío, lo mío, eran las palabras. Aunque no sé si pueda presumir que comunicarme sea mi fuerte. Grandes historias terminaron por no hacerlo de la manera correcta —y me refiero a todo: amistad, trabajo, relaciones, etc.—.
Con el paso de los años he entendido que la palabra es un arma muy poderosa: puedes hacer grande a una persona o destruirla.
Si nos diéramos cuenta de que lo que expresamos es energía, cuidaríamos más lo que decimos.
Las palabras, sin duda alguna, son magia pura…
Abracadabra ✨
Por cierto, ¿sabían que la palabra abracadabra tiene un origen muy antiguo y un significado más profundo de lo que parece?
🌙 Se dice que proviene del arameo o del hebreo. Se cree que deriva de la frase “Avra kedabra”, que significa algo como:
👉 “Crearé mientras hablo” o “Lo dicho se hará realidad”.
Era una expresión del poder de la palabra. Quizá hoy la usemos como una broma o en trucos de magia para entretener, pero como verán, en la antigüedad significaba la fe o la creencia de que lo que se decía se haría realidad.
Y esa es la magia real de las palabras… Todo lo que podemos transformar inicia con ellas. Las nuevas tendencias de cuidado y sanación tienen como una de sus herramientas más fuertes el cambio en la estructura de cómo hablamos o cómo usamos las palabras.
Existen varias terapias donde la palabra es la principal aliada. Precisamente esto que estoy haciendo —escribir— es una de ellas. Es una terapia que puede sanarte o mejorarte.
Aunque, miren, la palabra sanarte últimamente ya no me gusta tanto: si no estoy descompuesta, únicamente estoy desorientada y un poquito mal de la cabeza 🫣.
Las palabras me han regalado cosas maravillosas. Me han permitido entablar conversaciones con personas que jamás imaginé conocer. Comúnmente, por mis trabajos, me ha tocado viajar sola, y las palabras me han permitido disfrutar o descubrir lugares increíbles.
Irónicamente, quienes dicen que yo tengo el «don» de expresar y ellos(as) no, han dicho cosas tan lindas que las tengo guardadas para siempre en mi corazón. No necesitan ser expertos en comunicación para decir cosas hermosas.
Y por el contrario, también me he topado con personas expertas en comunicar… y se les da muy bien el hacer daño.
Hay también las frases mediocres —disculpen, pero para mí lo son— que utilizamos para escondernos o no superarnos, por ejemplo la de «así soy» o «soy sincero(a) y digo lo que pienso» sin importar el dolor que causen con lo que dicen, esas palabras realmente son basura.
Sí, hay que ser uno mismo, sin moñitos ni filtros, pero nunca justificar con eso nuestros malos tratos. Qué horrible la gente que no cree que puede ser mejor. Todo está en eso: en creer en nosotros.
Y la segunda frase se las puedo resumir así:
Cualquier verdad que se dice sin tacto… es crueldad.
Cuando uno se da cuenta de todo el poder que tienen las palabras, comienza a usarlas de mejor manera. Y es muy sencillo:
Un “te creo” puede cambiar el rumbo de alguien que dudaba de sí.
Un “no sirves” puede tardar años en borrarse.
Incluso lo que no decimos también comunica: el silencio puede ser un grito o refugio.
Las palabras crean realidades. Si le dices a tu cuerpo “no puedo”, ¿qué crees? Pues no va a poder, y no habrá quien logre que lo hagas… hasta que se desprograme esa creencia.
Por el contrario, si dices “voy a intentarlo”, algo se reprograma en tu interior y se activa.
Les contaré de una palabra que me encanta y cuya respuesta cambié después de lo que alguna vez escuché: la palabra es gracias.
Ella contiene tanta energía que es un catalizador para lo malo o para generar más energía positiva. Cuando agradecemos, todo cambia. Se abre un vínculo con las personas y se reestructura hasta nuestra formas de ver las cosas.
Normalmente, a la palabra Gracias en México respondemos «de nada». Y sí, es una manera coloquial de decir que no debes nada o que está bien, pero también es una forma de cortar el flujo de energía. Al decir «de nada», le restas poder al agradecimiento.
Desde hace varios años yo respondo «con gusto», que por cierto es la manera en que en algunos países de Latinoamérica lo hacen. A mí me da la sensación de que la energía continúa… y de que es un placer ayudar.
✨ El poder de las palabras
Pero, ¿cómo podemos hacer magia con la voz? ¿Cómo se puede crear o reprogramar con las palabras?
No es tan difícil como parece, y no necesitas tener el «don» de la palabra: solo sentir y creer que lo que dices puede ser real y expresarlo con intención.
Algunos tips que he encontrado por varios lugares —y que confío te pueden servir— son estos:
1. Habla con intención.
No digas por decir. Cada palabra que sueltas tiene un destino. Pregúntate si estás construyendo o rompiendo… y elige siempre crear. No lo olvides: las palabras son un arma muy poderosa; pueden construir o destruir un imperio.
2. Cuida cómo te hablas.
Este es el punto más importante: todo comienza contigo. Lo que te dices se queda viviendo dentro de ti. No te maltrates con frases duras; háblate como le hablarías a alguien que amas profundamente.
Tú eres tu mayor bendición: trátate bonito. En la vida te toparás con muchas personas que te digan que no puedes; por favor, que una de ellas nunca seas tú.
3. Evita el lenguaje de carencia. ¡Y no te quejes!
No repitas “no tengo”, “no puedo” o “no merezco”. Las palabras también son semillas: siembra las que te abran caminos, no las que los cierren. Tu cerebro no entiende de bromas; si te quejas, te dará más motivos para seguir haciéndolo.
4. Nombra lo que sientes.
Lo que no se nombra se queda atascado. Decir “me duele” o “esto me da miedo” no te debilita, te libera. Nombrar es una forma de sanar.
5. Elige palabras que eleven.
“Gracias”, “te admiro”, “qué bonito esto que hiciste”. Son pequeñas chispas de luz que cambian el aire y suavizan las heridas.
Siempre he creído que las cosas positivas que uno piensa de alguien más, son un regalo que le pertenece a esa persona. Si tú te las quedas, te estás quedando con algo que no es tuyo. Así que, si piensas algo bueno de alguien, dilo, deja que la magia circule.
6. Aprende el poder del silencio.
El silencio no siempre es ausencia; a veces, es respeto, y otras, defensa. Siente cuándo hablar y cuándo callar… ambos también comunican.
Aprende algo que a mí me costó mucho tiempo: no todas las guerras se pelean; algunas es mejor evitarlas y guardar silencio.
7. Declara lo que deseas.
Di lo que sueñas, aunque sea en voz baja. Las palabras tienen memoria y saben encontrar el camino para hacerse realidad. Si lo crees, lo creas.
8. No conviertas tu voz en dolor.
Usa tus palabras para abrir, no para herir. Hay formas suaves de decirlo todo, incluso lo más duro. Importa tanto lo que dices que cómo lo dices.
9. Escucha cómo suenas.
Léete en voz alta. Si algo te suena frío, tal vez lo estés sintiendo así. Ajusta el tono: deja que tus palabras vibren bonito.
10. Haz de tus palabras un ritual.
Bendice con ellas, afírmate con ellas, encántate con ellas. Las palabras son magia: úsalas como tal.
Recuerda: lo que no se nombra no existe, así que las palabras pueden ayudarnos a crear una gran historia… y hacerla verdad.
Su poder no solo está en lo que decimos ni en cómo suenan. Su mayor encanto está en la intención con la que se pronuncian.
Por eso, es importante entender que cada palabra puede ser una promesa, un conjuro o una herida:
tú eliges qué magia quieres hacer con ellas.
Así que cuida tus palabras, trata de que construyan y no destruyan aunque sean duras. La sinceridad, la verdad y la honestidad, no están peleadas con el respeto y el buen trato.
Que tus palabras, sobre todo las que te dices a ti, se conviertan en un gran recuerdo para siempre 💕. No olvides que las personas podrán olvidar lo que dijiste, pero nunca como les hicieron sentir esas palabras.
Lo que decimos … También nos escribe✨
Gracias por seguir aquí, por leerme, por compartir para que llegue a más personas, por suscribirte y hacer realidad este sueño.
Nos vemos en la próxima y que todo lo que digas y creas se convierta en magia 🪄 para ti.
Un abrazo con mucho cariño…
María 📚🍀✨💕
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