Mereces una vida que no duela al tocarla


¿Cuántas veces has tenido un desperfecto en tu casa o en tus cosas, y terminas arreglándolo con un alambrito o una cinta?

Esa famosa «mexicanada» —o como le digan en tu país— que arregla el desperfecto sólo por el momento para que siga funcionando, pero que genera una incomodidad a la cual te acostumbras… y  al final termina quedándose como parte de tu vida.

A veces no nos damos cuenta de cuánto tiempo hemos estado viviendo en un “por mientras”.
En ese espacio raro donde algo no nos gusta… pero funciona, y por eso lo dejamos ahí.

Hasta que un día te despiertas y entiendes que llevas meses —o años— sosteniendo la vida con parches.

Y lo temporal se vuelve eterno.
¿Cuánto tiempo llevas viviendo con el corazón parchado en lugar de sanarlo?

Con un curita en el corazón.

Cuando digo parches, me refiero a todo eso que no te llena, no te hace bien, pero te acompaña porque “así está bien por ahora”.
Y no, no lo está.

Esa pieza que no arreglaste.
Ese “ya después lo compro” que nunca sucede.
Ese «ya no funciona» que nunca dejas.
Ese “por mientras” que se vuelve una vida entera.

Esto sucede también en las decisiones grandes:
¿Sigues usando la sala que compraste «por mientras» encontrabas la que realmente querías?
¿Sigues esperando  «ese momento» para comenzar lo que te hará bien?

Pero la peor versión del “por mientras” es la que nos roba el propósito… y esa es una historia que debo contarte.

Un «por mientras» de 30 años 🌻

Tengo muchos (bastantes) años dedicándome al recurso humano. Conozco historias increíbles de superación, historias que merecerían un reconocimiento o ser escritas para un buen libro.

Pero, curiosamente, las que más me han marcado… son las que nadie creería importantes. Las que parecen comunes.
Las que duelen en silencio.

Te contaré una de las más crueles.

Hace muchos años trabajé en una empresa donde las oficinas estaban en un sótano. No veíamos la luz del sol, y eso que eran las oficinas administrativas de una empresa importante. Una persona del área contable, que estaba todavía más encerrada, cumplía 30 años en ese lugar.

Obviamente yo llegué, con todo el alboroto que me caracteriza, a hacer fiesta por su aniversario.
Así comenzó a contarme su historia.
Le pondremos Girasol 🌻, porque en el fondo siempre esperó ver la luz…

—Girasol, ¡qué emoción! Hoy cumples 30 años. Yo llevo uno aquí y no encuentro la salida.
—Ojalá pronto la encuentres.
—Ay, no me digas eso… treinta años confirman que es un buen lugar, ¿no?
—Sí, no me quejaré. Ha sido un buen lugar.
—Pero cuéntame, ¿cómo empezó tu historia?

Y en vez de ver una cara de satisfacción o alegría… vi una cara de resignación y tristeza que me dolió el alma.

«Ay, María… yo solo vine por un “mientras”, y no me di cuenta de cómo se me fue la vida entera. Un día iba pasando por aquí, acababa de terminar mi técnica en contabilidad y vi un letrero donde ocupaban personal. Pregunté y me dieron la oportunidad de hacer mis prácticas.

Cuando vi las oficinas me dije a mí misma: “bueno, es solo por un tiempo, para agarrar experiencia”.

Y así pasó la vida. Poco a poco comencé a hacer más, a tener más responsabilidades, a aprender más. Después mi madre enfermó y no podía quedarme sin trabajo. Tuve muchos años un buen jefe, pero era alguien que, por su comodidad, no quería que me fuera. Y cada vez que buscaba algo más, me suplicaba que no lo hiciera.

Siempre quise estudiar la licenciatura, pero entre el trabajo, las responsabilidades y mi familia, nunca hubo tiempo. Trabajábamos de 8 am a 6 pm y los sábados mediodía, que terminaba siendo el día completo.

Así… el “mientras” se convirtió en 30 años.»

—Bueno, pero tienes una familia hermosa, ¿no? Y toda una vida de experiencia —(la verdad, ya no encontraba cómo aportar algo bueno).

«No. Nunca me casé. Mis hermanos sí y se fueron, y yo debía quedarme a cuidar a mi mamá. Tampoco me permití encontrar el amor. El hombre que amé me engañó… o nos engañaron, o ve a saber qué pasó. Me rompió el corazón, y lo pegué con cinta adhesiva…con un curita “por mientras”. Pero nunca sanó del todo. Nunca me permití volver a usarlo.

Así que, por favor… en cuanto puedas, sal de la comodidad del “por mientras”. Huye antes de que sea demasiado tarde.»

。⁠◕⁠‿⁠◕⁠。

Y lo peor… su historia no es la única.

Desafortunadamente tengo muchas más parecidas, donde el “por un ratito” termina siendo la condena más larga y más cara de su vida.

Alguna vez alguien me dijo: esas historias son la clara muestra de que nos pagan por dejar nuestros sueños.

¿Cuánto cuestan tus sueños?

Tampoco crean que quiero que sean como yo, que siempre estoy buscando qué más hacer o a dónde ir. No. Yo también estoy aprendiendo a detenerme y valorar lo que sí hay. No puedes vivir huyendo… porque lo que huyes termina encontrándote tarde o temprano.

Pero, por favor 🙏🏽, tampoco te permitas vivir «por mientras», No te permitas aceptar lo que está roto, lo que no te llena, lo que ya no es para ti, los amores a medias, la gente que no aporta, los hábitos que te lastiman. No te quedes con lo que pesa, lo que aprieta,  lo que incomoda, lo que duele.


Nos engañamos tanto con el “en cuanto se pueda” que ese “se pueda” nunca llega.
Nos acostumbramos a vivir mal.
A que lo que se rompe solo lo parchemos.
A la incomodidad… y eso que parece una tontería termina siendo una forma de vida.

Una «tontería» que reprograma tu mente.
Que poco a poco te apaga.
Dejas de esperar más.
Dejas de pedir más.
Te mueves en un mundo de cosas rotas, de parches.

Y todo eso lleva a la carencia. Y no sólo hablo de dinero, hablo de estabilidad, de paz, de equilibrio y la más importante de Merecimiento. Porqué esos por mientras te llevan a creer que no mereces una vida completa y feliz,

sin curita 🩹 en el corazón ❤️.

No creas que es tan difícil dejar tus «por mientras». Y tampoco tienes que cambiar todo tu mundo ni hacer un cambio radical.

Quizá solo es tomar esa decisión que llevas tanto tiempo postergando.
Tener el valor de decir: “me merezco algo mejor”.

Llama al cerrajero. Cambia esa silla rota o repárala correctamente. Cambia ese pantalón que ya no te queda, o decide realmente ponerte primero, cuidarte, amarte… para que logres que te vuelva a quedar.

Aún con miedo… atrévete a crear una nueva historia. Una donde te permitas ser tú. Donde te sientas realizad@. Donde seas feliz.

Las cosas malas les pasan a todos. Y sí, a las personas buenas también les pasan cosas malas. Solo porque sí. No son castigos divinos ni mala suerte. Son aprendizajes. Y hay que vivirlos y superarlos, no dejarlos como hábito o forma de vida.

Hazte cargo. Elígete. Hazte responsable.

Quizá me digas: pero para eso se requiere dinero.

No del todo, se requiere disciplina, nuevos hábitos y querer. Sobre todo querer mucho… A tí.


Conozco mucha gente muy feliz que no tiene dinero. Te contaré otra historia, con respecto a ésto, que me dejó un gran aprendizaje…


Don Andrés 🕊️

Trabajé en otro lugar donde se daba servicio y se obtenía propina. Había colaboradores de servicio al cliente, luego supervisores de turno y después gerentes. Se nos dificultaba muchísimo conseguir supervisores, así que tratábamos de convencer a los de servicio para que “subieran”.

Un día le pregunté a Don Andrés, un señor de unos 45 años (yo tenía 27), por qué no quería ser supervisor:

—A ver, don, ¿por qué no quiere? Ganaría más y se desarrollaría. ¿No quiere superarse?

Su cara se iluminó con una sonrisa tranquila. Esa sonrisa que anuncia la mejor respuesta.

«Ay, Lic… qué poco ha vivido si cree que lo único importante es un siguiente puesto. Déjeme le cuento, entre usted y yo, por qué no aceptaré. Después le ayudo a convencer a los más jóvenes para que le digan que sí.

Yo trabajo de 6 am a 2 pm. Pongo mi cara bonita, doy buen servicio y me llevo diario el doble de mi sueldo a casa. Termino a las 2, cierro mi cuenta, me voy sin preocupaciones de cierre de turno y esas cosas y no me vuelvo a acordar del trabajo hasta el siguiente día. Puedo estar con mi familia. Gano más en propinas que el supervisor. Y todos los días alguien me sonríe y me da las gracias porque lo atendí bien.

Me como mis gorditas de Doña Petra, llego a mi casa, mi mujer me espera, mis hijos ya se casaron… y soy feliz. Así de simple.»

Como se darán cuenta, ya no tuve argumentos. Me ayudó con otros chicos… y todo estuvo bien.

Pero su respuesta me confirmó que él era la prueba clara de que vivir desde la abundancia no siempre significa tener más, sino elegir mejor.

No todo en esta vida se trata de “lo que sigue”.
Se trata de ser feliz.
(Y él lo era).

(◠⁠‿⁠・⁠)⁠—⁠☆

Con esta historia podrás ver que, al final, se trata de lo que te hace sentir realizad@ y estar en paz.

Como dice mi madre:
“Tú sé lo que tú quieras… sólo por favor sé la mejor de todas.”

Si vas a elegir, elige desde la abundancia, no desde el miedo. Elige lo que te hace sentir plen@, lo que te da paz, lo que te permite ser la mejor versión de ti.

Sin importar que eso signifique cambiar tus hábitos, tu historia, que los demás no estén de acuerdo o iniciar de cero. Valdrá la pena.

Quizá pueda ayudarte una frase que alguien que conozco me repetía constantemente para regresarme a mi centro, cada vez que se me olvidaba que lo importante estaba en otro lado:

“Cuando ponemos la mente al servicio del corazón… cosas mágicas suceden.”


Recuerda: es la mente al servicio del corazón, y no al revés.

Es dejar de pensar en lo que sería mejor para los demás, o en el qué dirán, o en si encaja en las normas. Es elegir poner tu inteligencia a favor de lo que te hace sentir bien.
De lo que amas.

Porque todo empieza por una decisión pequeña… pero tuya.

Cuando logras poner todo eso a favor de lo que te hace feliz… entonces ahí empiezas a vivir.

Cómo ya lo había comentado, no sé trata de dejes todo y te vayas a otro país. (Si lo quieres hacer, genial, pero no es tan necesario).
No se requieren cambios gigantes. Puedes empezar por arreglar un desperfecto. O tirar algo que se rompió, aunque sea un recuerdo de alguien que ya se fue. Los mejores recuerdos están en el corazón.


Se trata de empezar por ti. De crear nuevos hábitos y nuevas historias.

Porque si algo merece reparación, tiempo y ser elegid@ sin titubeos… eres tú.

La vida no es un “mientras”.
La vida es ahora, y es tuya.

Deseo de todo corazón que lo que decidas a partir de hoy —aunque sea pequeño— te acerque a la vida que quieres vivir… y no a la que aprendiste a soportar.



Gracias, como siempre, por todo y por tanto: por leerme, por suscribirse, por darle me gusta, por compartir, y por todo eso que hacen para hacerme sentir que están cerquita y son parte de esto que me hace tan feliz.

Un abrazo grande… con cariño.

María 📚✨💝🍀

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2 respuestas a “Un curita para el corazón ❤️”

  1. Avatar de eclecticunabashedly195d6a692a
    eclecticunabashedly195d6a692a

    un deleite leerte

    Le gusta a 1 persona

    1. Avatar de María Q.✨️

      Un placer que lo hagas e infinitamente bendecida con ello
      💝

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